3 errores comunes a evitar en la plantación de iglesias

Cuando estaba en la universidad, tuve el privilegio de ver a quien hoy es mi esposa jugar básquetbol. Un grupo de amigos y yo viajábamos a diferentes ciudades en Illinois para ver los partidos del equipo. En ese entonces, estaba en el proceso de conquistar a mi futura esposa con mis porras. Gracias a Dios que me gustaba el básquetbol. 

Recuerdo que, en uno de esos viajes, salimos de regreso a la universidad muy tarde después de un partido. Queríamos llegar pronto a nuestro dormitorio para no tener que faltar a clases el día siguiente. El viaje debía haber tomado un par de horas, máximo. Después de 3 horas, nos empezamos a preocupar. Tardamos unos minutos en darnos cuenta de que nos habíamos desviado totalmente del camino hacia la ciudad de Chicago, donde estaba la universidad. Aunque habíamos iniciado con un buen propósito, con buenas motivaciones, y con el rumbo correcto, en pocos momentos nos habíamos desviado sin saber cómo. Ahora buscábamos frenéticamente regresar al camino correcto. 

Imagino que puedes identificarte con esta anécdota. Muchos de nosotros nos hemos perdido en el camino hacia algún lugar. Es una ilustración de lo que, penosamente, sucede en un gran número de iglesias. Muchos inician bien, con buenos propósitos, y buenas motivaciones; muchos tienen un buen plan y una buena estrategia. Sin embargo, después de unos meses o años, miran hacia atrás y no saben cómo perdieron el camino que les era tan claro al principio.